Ali y Matías, una misteriosa pareja, y su extraña sirvienta Udo, invitan a una serie de desconocidos a su casa con el objetivo de realizar una orgía.

 

Seres extraños y misteriosos que se esconden bajo un pseudónimo; La Puta, El Semental, El Adolescente y La Diva.

 

Una vez juntos saldrán a la luz miles de secretos, miserias, complejos y fantasmas del pasado que no dejan avanzar a ninguno de ellos.

 

Así, descubrirán que, además del gusto por el sexo en grupo, todos comparten algo más; la soledad.

 

En Jugando a ser humanos se habla, y mucho, de sexo, pero también de abandonos, de la felicidad, de la vida, de la muerte, de las relaciones entre personas y de la necesidad del ser humano de amar y ser amado.


DIRECCIÓN Luis Turpín AYUDANTE DE DIRECCIÓN Iván Ruiz Céspedes INTÉRPRETES Rafael Ordóñez / Gabriela Pulgar / Manuel Monteagudo / Elisa Muñoz / Francisco Valcarce / Daniel Sanz / Ana Peña / Susana Pérez / Roberto Ruiz ESCENOGRAFÍA Enrique Uhalte COREOGRAFÍAS Susana Rodríguez ILUMINACIÓN Iván Ruiz Céspedes VESTUARIO La Trajería (Zaragoza) GÉNERO Drama tragicómico DURACIÓN 80 minutos FECHA DE ESTRENO Junio de 2016


  • Luis Tupín se revela como un buen director de actores. Unos actores que no abandonan prácticamente el escenario, y con diálogo o sin él, en ningún momento dejan de interactuar en la función. Sería injusto destacar una interpretación u otra, porque los ocho actores realizan un trabajo coral y complementario, que expresan con sosiego, lo que para mí es un acierto del director, que unido a un movimiento bien marcado, aportan a la función una bonita estética.

(Luis Muñoz. Revista Tarántula. Leer crítica completa aquí)

 

  • El movimiento coreografiado, el trabajo de cuerpo, la música, la ambigüedad de los personajes, el surrealismo de las situaciones, el color negro, la cercanía con el público componen un estilo propio y diferente que merece la pena ser disfrutado por las mentes más inquietas.

(Manu de la Fuente. Gente con duende. Leer crítica completa aquí)

 

  • En un símil culinario, estamos ante un bizcocho que parece estar bien cocinado, el aspecto es perfecto, la masa ha subido su punto justo, la textura y el olor te provocan para que le hinques el diente, pero al hacerlo, el sabor no es el que esperabas. ¿Eso es malo?, pues no. Los ingredientes están ahí, solo se necesita experimentar con su proporción, los tiempos de cocción, etc., para conseguir el bizcocho perfecto. La experimentación es el primer paso para llegar a la perfección.

(Estrella Savirón. A golpe de efecto. Leer crítica completa aquí)